Época: Prehistoria
Inicio: Año 5000 A. C.
Fin: Año 3200 D.C.

Antecedente:
Neolítico: las primeras sociedades agrarias



Comentario

Hemos comentado al principio de este capítulo que no puede hablarse de un solo Neolítico sino de varios centros independientes donde se fue imponiendo el nuevo sistema. Sin embargo, es en el Próximo Oriente donde se pueden documentar las fechas más antiguas para el inicio del proceso y el foco que directamente influyó en muchas de las regiones de Europa. Por estas razones, así como porque ha sido uno de los lugares más investigados desde hace ya casi un siglo y la documentación procedente de sus yacimientos es muy completa, el Próximo Oriente se ha convertido en el ejemplo clásico para el estudio de la neolitización.
En estas regiones del mundo se ha podido observar, a través del abundante registro arqueológico, el progresivo cambio desde una economía basada principalmente en la caza mayor, hacia una base de subsistencia denominada de amplio espectro, a la que se iban incorporando la selección de ciertas especies animales y la recolección intensiva de determinadas plantas silvestres. Las regiones con mayor número de yacimientos y en las que mejor se ha documentado la evolución del proceso han sido la franja costera mediterránea en los actuales territorios de Siria e Israel, la zona de los montes Zagros al norte del Iraq y el sur de la península de Anatolia.

En el foco del Levante se pueden observar cambios desde la etapa mesolítica Natufiense, que algunos autores definieron como una fase experimental de la agricultura, entre los años 10.000 y 8.000 a. C., donde se han documentado asentamientos prácticamente sedentarios, más un aumento de la recogida de cereales silvestres, precedentes de los domésticos, y la selección de alguna de las especies cazadas, como por ejemplo la gacela. Estas comunidades pudieron ir estableciendo enclaves algo más permanentes porque las condiciones climáticas y ambientales ofrecían posibilidades y recursos y ello hizo que aumentase la población con mucha mayor rapidez que en las comunidades itinerantes, entre las que resulta más complicado transportar niños de un lado para otro.

Esta tendencia a utilizar en la alimentación un gran número de recursos culmina en la etapa siguiente denominada Neolítico Precerámico. Muchos yacimientos son una clara continuación de los anteriores, aumentando ligeramente su tamaño, y en ellos ya se conservan claros testimonios de la utilización de plantas cultivadas y de animales domésticos.

Entre los numerosos yacimientos conocidos cabe destacar Jericó, importante "tell" con 18 niveles arqueológicos que muestra dos fases sucesivas del Neolítico Precerámico. En dichos niveles y con fechas comprendidas entre los años 8.000 y 6.000 a. C. se ha documentado una agricultura intensiva del trigo (Triticum monococcum y dicoccum), la cebada, lentejas, guisantes y pistachos y la ganadería con restos abundantes de ovicápridos.

Este yacimiento destacó, además, por su gran tamaño ya que se calculó que podía albergar una población de más de 3.000 personas, algo inusual en los restantes asentamientos de la época y que mereció que los antiguos investigadores la denominaran la primera ciudad del mundo. Llamaba también la atención la gran muralla que rodeaba el poblado, cuya finalidad ha sido muy discutida ya que algunos autores han sugerido que no tendría un objetivo bélico, de defensa contra posibles ataques de comunidades vecinas, sino que más bien se habría construido para contener posibles riadas de agua y preservar de ellas al poblado.

Tras los primeros momentos de economía claramente neolítica puede hablarse ya de una etapa de Neolítico Cerámico en la que, además de los recursos económicos mencionados, destaca la presencia de una novedad técnica, los recipientes cerámicos, aparecidos para solucionar los problemas de las nuevas necesidades de almacenamiento y que fueron considerados por los arqueólogos como interesantes documentos de la evolución de aquellas gentes.